***ALERTA DE CONTENIDO***
Este es un texto que trata sobre LGBT+fobia, más concretamente transfobia y enbifobia, y capacitismo en forma de misautismia. Si no estás mentalmente preparade para leer esto, por favor, deja la página. Cuídate.
Bueno, pues vuelvo a tener movidas de salud. Esta vez era algo más predecible. En fin, podría ser peor, creo.
El caso es que tengo varias historias de terror, de personas cercanas y mías propias, que me hacen cuestionar la humanidad de quiénes trabajan en los sistemas de salud. Estas historias, para sorpresa de nadie, suelen estar relacionadas con dos cosas: neurodiversidad e identidad de género.
Bueno, amigues, os traigo una historia fresquita con elementos de ambas cosas. ¿Por qué? Pues mira, porque puedo, y porque me tocó mucho las narices.
Pero eso, salud meh. Voy a ser brutalmente sincere: era una semana de mierda. Tan de mierda que mi jefe me dijo que me tomara el resto de la semana libre. Así de fea estaba ya la cosa.
Dos enfermeras pensaron que era una buena idea hablar de mis partes privadas. Porque claro, parece ser que nadie entendió lo que estaba pasando cuando tuve que cambiar mi nombre en el médico y en mi carné provisional de conducir tengo como título Mx, porque yo soy une señore. Y claro, si hay algo que llevo peor que me traten con un nombre diferente o con los pronombres erróneos es… Que me malgenericen en base a mi aspecto. Así que me tuve que defender.
Quizá esta es de una de esas veces en las que, en lugar de defenderme, tendría que haberme callado y proceder a imaginarme a las susodichas convertidas en kebabs, a lo Vlad el Empalador. Porque el enbisplaining les quedó cojonudísimo.
Me dijeron en mi cara bonita que eso de ser no binaries era una cosa muy nueva para ellas (xd), que yo ya era una persona no binaria completamente transicionada (xdxd), y que como yo había elegido no ser un hombre o una mujer, pues ya está, que como médicamente solo se puede ser hombre o mujer, no hay más que hacer. Y ya está, ¿no? Pues mira, menos mal que después de escuchar estas santas gilipolleces me dije que lo mejor era callarme, porque si dos personas de más o menos de mi edad salen con estas tonterías, es que sencillamente no se puede razonar.
Es como cada vez que Sam Smith respira, siempre tiene que haber algune liste intentando burlarse y hacer el chiste fácil. Y todo porque Sam ha salido del armario como persona no binaria y está explorando cómo expresar su género. Pues como eso está muy feo en Isla T3RF, pues bueno, siempre tiene que haber alguien gritando “¡Pero la gente de hoy en día se quiere ofender por todo!”. Real que he escuchado esto en la cola de la farmacia. Pero esta es una historia que mejora muchísimo desde el punto de vista de mi novia.
Podría escribir un poco más sobre cómo a la sociedad inglesa, en general, le están programando la cabeza para convertirles en esclaves de la extrema derecha. Y aunque es algo interesante de lo que podría escribir… La verdad es que hoy no toca. Porque amigues: esto sigue para bingo.
No contentas con explicarme cómo ser no binarie desde su perspectiva como mujeres cis, cuando llegó la parte de hablar sobre mi salud mental… ¡Cielo santo, algún día voy a tener que aprender a callarme! Lo digo porque, al parecer, admitir que vivo cansade porque mi autismo hace que me canse más rápido, sobre todo cuando tengo que socializar, es una gilipollez como una casa (xddddd).
¡Que no, amigues! Que lo de cansarme después de socializar no es verdad, que eso de autoaislarme como mecanismo para conservar mis cucharas es de lo peorcito que me puedo hacer, y que tengo que aprender a ser más neurotípique, yaaaaaaay. ¡Viva el neurofascismo!
Lo gracioso es que estas enfermeras, sin ser realmente conscientes de la ironía, me estaban dando los argumentos perfectos para ser une ermitañe social. Mirad, les autistas tenemos menos cucharas. Es más: el hecho de estar vives ya es algo bastante agotador para nosotres. La sociedad espera que enmascaremos nuestros rasgos autistas para poder formar parte de ella, pero a la misma sociedad se la sopla que esos actos de enmascaramiento tengan un precio muy alto para nuestra salud mental.
El caso: pues soy como Calamardo, el cual vive teniendo que soportar las tonterías marinas de Bob Esponja y Patricio. Sin embargo, la gente en sociedad no se acerca ni un poquito a los habitantes de Fondo de Bikini, lo que hace que socializar me agote muchísimo, especialmente si son gente “meh”, por así decirlo. ¡Soy más feliz siendo une ermitañe social!
Así que sí… La cita médica fue prácticamente innecesaria porque, aparte de violentarme por ser yo misme, apenas trataron lo que se supone que tenían que tratar. Me fui peor de lo que entré, mentalmente hablando. ¡Si hasta Reddit me ha dado más información que esas dos!
Este es el tipo de incidentes que me hacen preguntarme muy seriamente quién educa a les profesionales de la salud. Violencia obstetricia, misoginia sistemática, capacitismo, transfobia… De verdad que es algo que me da pena, porque sé que generalizar en estos casos es terrible. Y también sé que para dedicarse a esto hay que tener mucha vocación y dirigir toda tu vida a este fin, lo cual hace casos como el mío más tristes.
Mi doctora, por ejemplo, me podría haber mandado bien lejos cuando le dije que me quería hacer las pruebas del TDAH y leyó en mi historial que soy autista. ¡Pero no! En realidad, eso le hizo pensar que lo más probable es que fuera doblemente autista y TDAHista (o el término en español que más os guste). No obstante, también me he encontrado especialistas dándome información claramente errónea, como cuando un proctólogo pensó que usar ibuprofeno era buena idea para calmar el dolor de mi diverticulitis. Mal consejo, por cierto, porque hay estudios que indican que el ibuprofeno empeora el estado del colon, algo que quieres evitar a toda costa cuando tienes diverticulitis.
O gente sin empatía. Como mi cuñado, que resulta que es fisioterapeuta. Sí, el mismo cuñado que sacó a su propia hermana del armario trans. Así anda el patio.
¿En cuanto a estas enfermeras? Bueno, pues las dos suspendidas en empatía. Ojalá no tenga que aguantarles la bobería otra vez pero… En tres meses me toca verlas otra vez. Pero esta vez Lia se viene conmigo.