Me gustaría creer que es mi depresión escribiendo por mí. Que todos los meses en los que no he podido hacer “nada” por mi enfermedad me están ganando la batalla en todo. Y sinceramente, es la respuesta complaciente, pero no la respuesta real. Pero hoy, después de pensarlo fríamente, me he dado cuenta de algo importante, y que debería aceptar o, simplemente, dejar ir.
La razón por la que me cuesta sentarme a escribir, en general, es porque temo el rechazo por ser no binarie. Es más, ya ha ocurrido.
Como siempre digo, de la misma forma que no he elegido ser autista, tampoco he elegido mi identidad de género. Siempre digo que sería mucho más fácil si fingiera ser una mujer cis. Pero lo intenté, y fue un absoluto desastre.
Cuando escribo usando el lenguaje inclusivo, ya sea usándolo como mis pronombres o de forma neutral para incluir a otres no binaries, siempre me toca lidiar con gente que minusvalora lo que tenga que decir solo porque decido ser yo. Solo porque incluyo a otres como yo. Y me cansa, me cansa mucho. Soy el tipo de persona que siempre tiene algo que decir. Y, aunque a veces mi forma de expresarlo suene controvertida, no quita que mi mensaje tenga una parte de verdad detrás.
Hace unos días quería escribir sobre lo inútil que es iluminar de azul. De cómo el asociacionismo español también huele a podrido por seguirle el juego a Autism Speaks. De lo poco que nos ayuda a les autistas, en general, que iluminen de azul. Pero no me salía. Quería, pero no podía. Sentía que, si me forzaba, iba a ser para nada. Así que no escribí, ni una mísera palabra. Para colmo, ese día mi enfermedad me dio un día difícil, incluyendo una crisis mental bastante fuerte.
Así que hoy me pregunto: yo, le no binarie, ¿debería seguir hablando aunque a nadie le importe? ¿Debería escribir sin esperar nada? ¿O simplemente callar? Quizá esto también explique por qué reniego de la etiqueta de activista. Considero que solo escribo mi verdad. La verdad de una persona autista adulta que está hasta las narices de muchas cosas. Y que la gente “normal” no estará de acuerdo conmigo. Debería aceptarlo, pero me cuesta.