Debo aclarar que no soy ninguna experta, solo una persona que se ha autodiagnosticado una vez y porque realmente no me han dejado otro remedio. Entiendo que el Diagnóstico Oficial™ es valioso e importante, pero muchas veces la diferencia entre tenerlo y no tenerlo es nula. Pero bueno, no he venido aquí a destripar mi texto, así que mejor os dejo con las razones por las que vuestro rechazo está mal.
1. Obtener un diagnóstico no es tan fácil.
Algo que he visto mucho en personas que nunca han necesitado un diagnóstico relacionado con la salud mental es que tienen la creencia de que el proceso diagnóstico es tan fácil como ir al especialista, decirle tres cositas y ya te puedes ir a tu casa con el papelito diciendo “Fulanito tiene esto”. ¡ERROR! No podía estar más alejado de la realidad.
Lo cierto es que aunque sigas todos los pasos para conseguir un diagnóstico, lo cierto es que muchas veces tendrás que insistir y volver a insistir para que te hagan caso. O también puede pasar que le especialista necesite hacerte varias pruebas para estar totalmente segure de su diagnóstico.
En mi caso personal, necesité insistirle muchísimo a mi médico de cabecera para que me refiriera a los servicios de salud mental. Esto respecto a mi diagnóstico de espectro autista, porque he hablado otras tantas veces sobre mi estrés postraumático, las razones y los perjuicios que sufro debido a ello y se niegan a referirme a salud mental. Y tres cuartos de lo mismo con la depresión. Incluso prefirieron apastillarme antes que intentar saber por qué tengo depresión.
Con esto no quiero decir que el autodiagnóstico carezca de proceso. Al contrario, un buen autodiagnóstico implica meses de auto-pruebas e introspección. Lo último que se busca es justo de lo que acusáis.
2. Estás siendo capacitista.
Negar una neurodivergencia o enfermedad mental solo porque la persona que afirma vivir con ello no ha sido formalmente diagnosticada es una forma muy obvia de capacitismo. Y lo que es peor: te retratas como une truscum de la salud mental.
Muchas veces un autodiagnóstico puede ayudar a la hora de obtener un diagnóstico oficial porque sabes qué es lo que experimentas y por qué lo haces, lo que le facilita el camino a le profesional. Obviamente, a veces puede pasar que sea justo lo contrario, pero en lo que a autismo respecta, cuando el proceso de autodiagnóstico ha sido bien llevado mi premisa inicial se cumple.
Por cierto, obtener un diagnóstico oficial no te garantiza que la gente deje de preguntarte “¿Pero eres autista en serio?” o a quitarle peso a tus experiencias solo porque no se asemejan a lo que elles viven. Eso por no hablar de que les mediques usarán las etiquetas de funcionamiento para clasificarte, cuando las mismas son una guía irreal y extremadamente capacitista.
3. Estás siendo clasista.
Piensas que los diagnósticos son una cosa gratuita o que nos los regalan en la charcutería cuando pillamos cierta cantidad de chopped, pero nuevamente, esto no podía estar más alejado de la realidad.
Aunque bien es cierto que la sanidad pública puede ayudar sin pedirte dinero a cambio (que para eso se pagan impuestos), debes enfrentarte a las eternas listas de espera, a pruebas diagnósticas que quizá estén anticuadas, a profesionales que no estén tan bien formades como deberían y, por supuesto, a la posibilidad de tener que pelear por ese diagnóstico durante años.
Si debido a lo que experimentas no te queda más remedio que acudir a la vía privada, muchas veces esta resultará inaccesible por el elevado coste que supone la sanidad privada. Eso sin olvidar cómo funcionan los seguros médicos privados, que pueden rechazar ofrecerte sus servicios en caso de enfermedades preexistentes. Por lo que, a menos que tengas un nivel alto de ingresos, esta vía puede ser imposible.
4. Olvidas la existencia de los sesgos diagnósticos, así como los errores.
Me explico: en muchas ocasiones se infradiagnostican determinadas condiciones por el simple hecho de que le paciente es una mujer o es una persona racializada. Esto es exactamente lo que sucede con el espectro autista. No, no me leas con esa cara, hasta lo pone bien claro en el DSM-V. Así que a menos que tengas unas luces de neón de la frente, nadie te garantiza que recibas el diagnóstico que buscas.
Asimismo, también puede pasar que tu condición se confunda o se superponga con otras. Volviendo a mi ejemplo de las mujeres autistas, es muy frecuente que reciban varios diagnósticos errados antes de llegar al de espectro autista.
El punto es que esto puede ser psicológicamente demoledor para les pacientes.
5. El diagnóstico puede no brindarte la ayuda que necesitas.
Dependiendo de la condición que te hayan diagnosticado, puedes recibir más o menos ayuda. Pero, en el caso del espectro autista, muchas veces el diagnóstico no conlleva nada de ayuda por la vía pública. Algunas madres me han escrito contándome lo mucho que necesitaron pelear por el diagnóstico de sus pequeñes para luego encontrarse que el sistema público de su comunidad autónoma no puede hacer nada. Y en el caso de les adultes toda ayuda, pública o privada, es prácticamente inexistente.
Por lo tanto, puedes concluir que el diagnóstico oficial puede llegar a ser simplemente un papel sin más implicaciones.
Conclusión
Aunque reconozco el valor del diagnóstico profesional, especialmente en condiciones sensibles como depresión o ansiedad, bien es cierto que muchas veces un diagnóstico puede suponer una carga psicológica e incluso económica muy elevada para la persona implicada. Y, en ocasiones, ese diagnóstico puede no implicar una mejora en la calidad de vida de le paciente en cuestión. Aquí es cuando entra el autodiagnóstico.
Aunque ninguna de las dos vías es perfecta y ambas presentan claras imperfecciones y objeciones, el autodiagnóstico no debe ser menospreciado por el simple hecho de que no haya profesionales de la salud involucrades en el proceso. Así que, la próxima vez que quieras decir algo negativo sobre esto o la gente que recurre al autodiagnóstico, deberías revisar este artículo y plantearse si estás cayendo en alguna de estas razones para rechazarlo.