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viernes, 8 de julio de 2016

Fonocentrismo para desubicades

Lo confieso: yo hasta hace muy poco también era una desubicada respecto a este término. Sabía que existía una supremacía del lenguaje oral respecto a cualquier otro método de comunicación, pero lo llamaba simplemente “privilegio verbal”.De ahí que escribiera El lenguaje de mi mente para visibilizar mi código primario de comunicación. Sin embargo, ahora sé que ni es nuevo ni soy la única en verlo. De hecho, la comunidad sorda lleva un tiempo explicando de qué forma les oprime el fonocentrismo, así como el oralismo. Y ahora que ya no soy una desubicada, espero que esto os ayude a ubicaros un poco mejor.

¿Qué es el fonocentrismo? ¿Es algo nuevo o ha estado siempre ahí?

Como podéis intuir a partir de mi párrafo anterior, el fonocentrismo es la creencia de que el lenguaje oral es superior o más primario al lenguaje escrito, el cual queda reducido a una forma de capturar el lenguaje oral. También considera que el lenguaje oral es inherentemente más rico e intuitivo que el lenguaje escrito. Además, cabe destacar que este conjunto de creencias daña a otros lenguajes no orales, como son los lenguajes de signos.

El fonocentrismo no es algo nuevo, ya que de una forma u otra siempre ha estado presente. Por ejemplo, Platón se mostraba escéptico sobre el valor de la palabra escrita respecto a la palabra hablada. Él no ha sido el único filósofo en manifestar puntos de vista claramente fonocentristas, ya que Rousseau en su obra Ensayo sobre el origen de los lenguajes afirma que el lenguaje oral es un método de comunicación más natural que la lengua escrita, la cual queda reducida a una forma parasitaria del lenguaje.

Además de estos filósofos, también existen ciertos lingüistas que han fomentado puntos de vista fonocentristas. Por ejemplo, Leonard Bloomfield indica que escribir no es un lenguaje per se, si no una forma de capturarlo. Su compañero de profesión Ferdinand de Saussure opina que el lenguaje oral debe ser la materia principal de la lingüística, y que el lenguaje escrito recibe mucha atención inmerecida en este campo.

El fonocentrismo sigue claramente vigente en nuestros días. Aunque muchos actos comunicativos se realicen a través de medios de comunicación escritos, es innegable que otros muchísimos recursos solo están disponibles de forma oral, lo que dificulta su acceso a aquelles que por diversas razones no podemos usar correctamente el código oral.

¿De qué forma oprime el fonocentrismo a les autistas?

Aunque el fonocentrismo sea un problema con el que tengan que lidiar mayoritariamente autistas no verbales, lo cierto es que cualquiera en el espectro puede verse oprimide por el fonocentrismo, ya que la mente autista suele tener un sistema de pensamiento visual en lugar de verbal. Eso sin tener en cuenta posibles dificultades en el proceso auditivo o incluso la dificultad que tenemos para comprender los mensajes orales debido a que estos se complementan con diferentes tonos y lenguaje no verbal.

La sociedad es tan marcadamente fonocentrista que asume automáticamente que todes aquelles que no pueden comunicarse de forma oral presentan una deficiencia cognitiva. Este prejuicio se traduce en que les autistas no verbales ven cuestionada su inteligencia y su capacidad para funcionar en este mundo y terminan siendo etiquetades como autistas de bajo funcionamiento por el mero hecho de no compartir el código oral, siendo una etiqueta irreal y extremadamente dañina para toda la comunidad autista.

Independientemente de si somos capaces de usar el código oral o no, lo cierto es que les autistas tenemos determinadas desventajas respecto a aquelles que sí pueden comunicarse fluidamente usango lenguaje oral. Hay determinados servicios a los que no podemos acceder debido a que solo usan métodos de comunicación orales, nos es más complicado afrontar entrevistas de trabajo debido a que tenemos que usar el código oral (y dosis extremadamente neurotípicas de comportamiento social), nuestra inteligencia o habilidades comunicativas se ven continuamente juzgadas debido a nuestras dificultades usando el código oral e incluso somos más propenses a morir asesinades a manos de la policía debido a su falta de educación sobre autismo. ¿No te suena ninguna de estas situaciones? ¡Felicidades! No estás oprimide por el fonocentrismo.

¿Hay algo que pueda hacer para eliminar o reducir el fonocentrismo?

Lo cierto es que no hay mucho que se pueda hacer a nivel individual, ya que las mayores fuentes de opresión fonocéntrica provienen del sistema*, por lo que no hay forma de enmendar estos errores a menos que se cambie de sistema o este sea destruido.

En cambio, si en tu entorno hay alguien que experimenta opresión debido al fonocentrismo, puedes utilizar ciertas estrategias para ayudarle a comunicarse adecuadamente. En lugar de forzar a la persona a utlizar el código oral, invítale a que use su código, ya sea escribiendo, dibujando o cualquier otro método que le ayude a expresarse. En caso de que haya sospechas de dificultades en el proceso auditivo, sería buena idea que tú también usaras su código para que el acto comunicativo funcione de la manera más fluida posible.

Si tu amigue necesita acceder a información o servicios que solo están disponibles en medios de comunicación oral puedes hacer de intérprete. Y, sobre todo, quizá lo más importante que puedas hacer es concienciar a tu entorno sobre qué es el fonocentrismo e incentivar el uso de medios de comunicación no orales como alternativas igualmente válidas a sus contrapartes orales.

*Como sabréis, vivimos en un sistema kyriarcal que, aunque funciona para algunes, para diferentes comunidades se traduce en opresiones sistemáticas, tal como es el caso del fonocentrismo para las comunidades autista y sorda, por ejemplo. Tal y como dice el modelo social de la discapacidad, no es nuestra funcionalidad lo que nos convierte en discapacitades, si no la falta de adaptación por parte de la sociedad (también conocida como sistema kyriarcal). Por lo tanto, la única forma de cambiar esto es la abolición de este sistema.

viernes, 1 de julio de 2016

La evaluación más corta de la historia

Puedo jurar y juro que el título no es un clickbait. Y digo esto porque estoy convencida de que más de une ha entrado teniendo esa sensación. ¡Pero no! El título refleja exactamente lo que pasó en mi “evaluación inicial” para diagnosticar mi autismo. Y sí, esas comillas tienen una razón. La cosa fue tan, pero que tan básica que realmente debe ser tomado como una evaluación preliminar. ¿Inicial? Pffffffft, qué optimistas.

Mi evaluación constó de dos preguntas. Sí, dos preguntas y a mi casa. Creo que no pasé ni diez minutos en la consulta. Un poco triste teniendo en cuenta que he tenido que darle la tabarra bien fuerte a mi exmédico de cabecera para que me hiciera casito. Os recuerdo que estoy en el Reino Unido y que ahora mismo no sé cómo está el proceso en España, así que no entraré en comparaciones.

La cuestión es que estas dos preguntas sirven para establecer si realmente necesito tener un diagnóstico y ponerme en la lista de espera. ¿Personalmente? Considero que es una manera un tanto clasista y, según qué casos, hasta capacitista, de reducir las abultadas listas de espera por aquí. Pero vamos, yo no debería quejarme muy alto, bastante que me están haciendo caso siendo extranjera, ya que para según que cosas no tengo derechos.

Y allé voy con las preguntas.

¿Qué te hace pensar que eres autista?

Olvidemos el hecho de que tengo un diagnóstico de Asperger en España. Diagnóstico que, para esta gente, debe ser incluso peor que papel mojado. Aunque recordé este hecho en la evaluación para que me tomaran un pelín más en serio.

El caso es que siempre me he sabido diferente. Ya he escrito suficiente sobre mi infancia por aquí, así que no quiero explayarme mucho en este punto. Era una niña que casi tardó más en hablar que en aprender a leer. Aleteaba mis manos de tal forma que parecía que iba a echar a volar en cualquier momento. Era demasiado inteligente. Tanto que aprobé la primaria sin esfuerzo alguno. Esto incluye el no hacer NUNCA los deberes, ya que los consideraba un insulto a mi inteligencia. Era muy tiquismiquis comiendo. Tanto, que fuera del combo pasta-pizza-papas fritas era muy, MUY difícil encontrar algo que me gustara. Y, el punto al que les médiques suelen prestar más atención: no me gustaban les niñes. Estaba mejor sola. Los libros eran mis amigos. Y los gatos. Que vivan los gatos. Y como estos, seguro que hay muchos más detalles por ahí esparcidos que no estoy recogiendo aquí.

También mencioné el hecho que desde que me relaciono con la comunidad autista angloparlante he conseguido darle sentido a muchas cosas que no acababa de comprender por mi cuenta. Algunas de estas cosas son mis problemas de proceso auditivo, el hecho de que detesto ciertos alimentos solo por razones sensoriales e incluso mi preferencia innata por ropa suave y cómoda. Y, por supuesto, la existencia de similitudes entre personas que ya habían sido diagnosticadas y yo hasta en cosas que nunca esperaría, como la presencia de prosopagnosia o discalculia, entre otras muchas cosas.

¿Por qué necesitas ser diagnosticada?

Apufffff, ille. Apufffffffff. Yo lo siento, pero esta pregunta no me acaba de gustar por el tufillo clasista/capacitista que desprende. ¡Como si necesitara una razón concreta para querer que mi neurodivergencia quede reflajada en un papel! Que oye, entiendo que para aquelles que no necesitan soporte y el diagnóstico se limite a la validación de esos sentimientos de ser diferente no salga a cuenta montar todo el drama, y que con la enfermera que pregunta estas cosas diciendo “Pues oye, sí, que eres autista” vale. Pero, opinión personal otra vez, estos casos suelen ser muy pocos.

La cuestión es que yo tengo una gran razón por la que necesito ser diagnosticada en este país. Mi situación no es precisamente buena. Mi última relación sentimental acabó en CATÁSTROFE EN BHAVA-AGRA por el mero hecho de que mi pareja nunca hizo el esfuerzo de aprender sobre mi neurodivergencia y apreciarme con ella, no a pesar de ella. Soy incapaz de encontrar trabajo porque mi proceso social y cognitivo es tan diferente que les empresaries piensan que no soy una persona apta para cubrir sus puestos, a menos que lo haga gratis. Eso por no hablar de cierto caso de capacitismo institucional que me tengo que comer con papas… Tengo techo y comida, sí, pero fuera de eso… *Grillos.mp3*

Sé que me he dejado muchos detalles como mi estrés postraumático autodiagnosticado y mi reciente depresión por toda la porquería que no tengo más remedio que aguantar. Tampoco he mencionado ciertas circunstancias porque no me siento preparada para hablar de ellas públicamente. Pero resumiendo: necesito un diagnóstico porque necesito soporte en este país. Volver a España no es una opción. No tengo a donde volver. Y, aunque pudiera, sé por experiencia que nunca se me daría el soporte que realmente necesito. Por eso, a pesar de estar bastante drenada y cansada por todo, estoy pasando por ese proceso emocional y psicológicamente exigente llamado diagnóstico. ¡Y menos mal que me dejan ir por la sanidad pública!

¿Y qué pasa al final?

Pues después de responder a eso con restregamiento de almuerzo incluido me fui de ahí. Me fui con hambre y con la única certeza de que la persona que realmente tenía que verme está de baja por una operación y que no vuelve hasta agosto. La enfermera dijo que se darían prisa porque entienden que mi caso realmente necesita de un diagnóstico. Pero, y esto es mero instinto gatuno, si se han tomado tres meses desde que el médico de cabecera me derivó a este servicio hasta que me han atendido, a saber cuándo daré el siguiente paso. Pronto no, eso seguro. O eso o esta es una ocasión perfecta para que mi instinto falle.

Detalle: esta enfermera tuvo a bien de recordarme que en una fase del diagnóstico prefieren hablar con les neidres de le sujete en cuestión para corroborar si existen determinados signos de autismo en la infancia. Tengo miedo de que esta gente no me tome en serio por el simple hecho de que tengo poderosísimas razones para no involucrar a mi “familia” en todo esto. He visto gente tirando el proceso de otres por auténticas chorradas como “¡Ay, es capaz de mirar a los ojos, este no puede ser autista!” A adultes, les cuales de una forma u otra hemos sido “programades” para eso. Ay… Espero no estar preocupándome demasiado.

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