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miércoles, 27 de abril de 2016

Si sufres de depresión, lee esto

Todes tenemos, al menos, un privilegio. El privilegio de ser humanes. O, al menos, serlo físicamente. Pero hay muchos más. Puedes tener el privilegio de ser un hombre, de ser cissexual, de ser heterosexual, de ser delgade, de ser neurotípique, de ser de raza blanca… ¡Y eston son los que se me ocurren! Pero estoy segura de que hay más. 

Yo, como mujer, gorda, autista y extranjera en el lugar en el que resido, sufro una cantidad importante de opresión. Me ha sido muy difícil llegar a la posición a la que estoy hoy. Y he sufrido muchísimos varapalos por el camino. ¡Y los que me quedan! 

Pero ojo, así como experimento opresión por ciertas cosas, también tengo ciertos privilegios dentro del kyriarcado. Soy heterosexual, de raza blanca, europea, puedo expresarme usando lenguaje oral (esto da para otro escrito) y soy humana. Yo nunca seré insultada (como poco) en la calle por estar dándole de la mano a mi pareja. Nunca seré víctima de ataques racistas. Nunca se dudará de mi inteligencia o similares por el simple hecho de no ser capaz de hablar. Y nunca se me matará para comerme o se me usará para experimentos que no he consentido.

Efectivamente: ME REVISO. No es fácil, puesto que son muchas cosas que tener en cuenta y muchas voces oprimidas a las que escuchar. Y, por supuesto, esto implica estar abierta a aprender de las críticas. Confieso que parte de mi autismo es tomarme un pelín a pecho las críticas, o, al menos, si la otra persona no elige con cuidado las palabras. Muchas mujeres en el espectro compartimos este pequeño rasgo. 

Debido a esto, a veces pienso que no me merezco el privilegio de ser activista. De hecho, a pesar de que en los últimos días mi petición para retirar el libro “Vencer al autismo” se ha vuelto muy relevante y mi nombre está empezando a sonar en algunos lugares, no me considero una activista 100%. Estoy aprendiendo a usar adecuadamente este privilegio, por lo que a veces diré cosas que no tocan, cometeré errores que pueden herir a personas que están tan oprimidas como yo, perderé la paciencia con esos que creen que las vacunas causan autismo y que este se puede curar con aceite de coco, clorito sódico o los panes baozi del Felisano e incluso me tomaré ciertos ataques de forma personal, aunque sea muy obvio que, más que a mí, vayan dirigidos a la voz que intento levantar.


Yendo por fin al grano… 

Sé que afirmé de forma absoluta en esta entrada que las personas que sufren depresión no son neurodivergentes. 

¿Sabéis qué? ¡Lo retiro! O, al menos, lo tacharé en ese escrito y pondré un enlace a este texto. Porque ser honesta es una cosa y querer ocultar un error es otra. 

Sé que la explicación va a ser tan larga como este preámbulo, pero espero que todo quede más o menos zanjado para poder disculparme en paz. 

Hay muchísimo debate en cuanto a qué condiciones mentales deberían considerarse neurodivergencias y cuáles no. Aunque algunas como la condición bipolar, la condición obsesivo-compulsiva y el espectro autista entre otras se consideran claramente neurodivergencias, hay otras condiciones que se suelen tener constantemente en debate. Generalmente se tratan de la depresión y la ansiedad. 

Me gustaría matizar que tener una depresión o un ataque de ansiedad en un momento puntual no te hacen automáticamente neurodivergente. Todes podemos venirnos abajo porque nos pasan muchas cosas malas de repente y no sabemos llevarlo. O, en un momento puntual, tenemos que enfrentarnos a una situación que nos produce tales niveles de angustia que acabamos con un ataque de ansiedad. 

Pero, por ejemplo, ¿qué pasa si, en lugar de tener depresión, eres alguien deprimide? Alguien que ve el mundo de forma tan negativa que salta de depresión en depresión y cambio de medicamentos que me hacen más mal que bien porque me toca. Estas personas no eligen ser así. Son así. Si tienen la suerte de encontrar una medicación que les ayude y el afecto y comprensión de familiares, amigos e incluso pareja, pueden sobrellevar sus vidas de forma más o menos normal, ¿pero y si no? 

Ojo, ya sea que tengas depresión o seas deprimide, no pretendo decir que unes valgáis más que les otres. Sea una cosa o la otra, la depresión es algo muy serio, y nunca se sabe lo muchísimo que duele hasta que te descubres llorando en cualquier lugar aleatorio porque cierto estímulo te ha detonado completamente; comes y duermes demasiado; tienes pensamientos altamente destructivos hacia ti misme o les demás y lo único que puede hacer el médico de cabecera por ti es recetarte las primeras pastillas que se le ocurren porque no sabe qué hacer; y quizá la Unidad de Salud Mental se tome tu caso con demasiada calma, a pesar de que le has repetido como setecientas veintiuna veces que eres autista, y que lo que te pasa no es más que un subproducto de ciertas circunstancias de tu vida. 

Así fue como yo me di cuenta. Y, aún con todo, no me lo creo. 

Asumo que usar mi privilegio de activista autista para echar del espectro neurodiverso a aquelles que sufrís depresión porque sois así ha sido una total guarrada. Estaba equivocada, y hasta que no he empezado a estar casi en el mismo saco que vosotres y cierto debate me animó a revisarme más a fondo no me he dado cuenta. 

Perdón. Siento si te he hecho daño afirmando lo que afirmé. No soy nadie para irle poniendo fronteras fijas a qué es neurodiverso y qué no. Por muy autista que sea. 

Si hay algo mal en esta disculpa, espero que me corrijas y me expliques cómo lo ves desde tu perspectiva. Yo sé de autismo, pero fuera de ahí, no me veo capacitada para escribir adecuadamente sobre otras neurodivergencias o condiciones mentales, salvo retazos puntuales que domino por conocidos. El aprendizaje forma parte de mi activismo. Revisarme constantemente tambien.

viernes, 22 de abril de 2016

Diferentes palabras, mismo paradigma

Nota de autor: a la gente le gusta tirar mucho de hemeroteca y señalar "fallos", incluso si estos solo consisten en un error de interpretación. Lo que viene siendo un salseo, vamos. Recuerdo haber usado la palabra "trastorno" en la petición que he iniciado en change.org acerca de cierto libro y que, en este momento, cuenta con 25.000 firmas. La causa por la que uso esa palabra es por dar información "verdadera" aceptada por la mayor parte de la sociedad. Aunque esa palabra no debería ser empleada. Como diría el difunto Iwata: "Please understand".

Cada 2 de abril, la sociedad saca piezas de puzzles y objetos de color azul para celebrar el día Mundial del Autismo. Aunque este día no puede considerarse una fiesta. Las piezas de puzzle son más o menos aceptables (a pesar de que a muches autistas no nos gusta como símbolo), pero el color azul siempre ha ido de la mano de la iniciativa Light It Up Blue, creada por ese grupo de odio conocido como Autism Speaks.

No obstante, este no es el mayor de nuestros problemas. De hecho, este 2 de abril he visto, estupefacta, como algunas cuentas de Twitter, especialmente psicólogos, definían el espectro autista con la siguiente frase:
"El autismo no es una enfermedad, es un trastorno"
Como bien acotó la persona que citó este tuit, ahora resulta que el agua no es agua. Es H2O. Y, ya que estamos, llamemos cloruro sódico a la sal, grasa vegetal al aceite de girasol y tensioactivos perfumados a nuestro gel de ducha favorito. Oh, perdón, la ironía se me ha ido de las manos…

El punto es: de nada sirve cambiar cómo llamas a una realidad si empleas el mismo paradigma que usabas al principio. Quizá los ejemplos de mi párrafo anterior están un poco cogidos por los pelos e incluso realmente he cambiado de paradigma. Pero, en el caso de esa definición de autismo, el paradigma de la enfermedad se mantiene intacto en la frase que he citado. Por lo tanto, esa definición sigue siendo estigmatizante para nosotres.

¿Qué definición sería la correcta para autismo entonces? Algo así:
“El autismo es una condición en la que existen una serie de diferentes características en el funcionamiento del cerebro, las cuales son totalmente aceptables en la diversidad humana”.

¿Veis? Simplemente he cogido la frase que he citado, he traducido su contenido al paradigma de la neurodiversidad y he añadido un pelín de información. ¿A que está mejor? De hecho, considero que esta es la definición de autismo que debería usarse. O, al menos, en una versión corta. Explicar algo tan diverso como lo es el espectro autista en una frase es complicado.

Así que, querida sociedad, si realmente sientes preocupación por les autistas, hazte un favor, lee esto, comprende mi mensaje y no nos llames trastornades de gratis. Y si encima entiendes que cualquier mención al azul puede ser tomada como una muestra de apoyo a Autism Speaks, mucho mejor. Ya te machacaremos con eso de la aceptación cuando te molestes en aprender lo básico.

Porque supongo que llevar un cosplay de
Franziska von Karma (látigo incluido) y plantarme en las casas de la gente que dice que el autismo es un trastorno para hacerles copiar mi definición cien veces (como poco) no iba a funcionar. Usar métodos pedagógicos old school va en contra de mis normas. Aparte de que no soy Papá Noel o Dios como para estar en muchísimos sitios a la vez, ya me entendéis…

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