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viernes, 8 de abril de 2016

El bulo de la triple vírica


[Descripción: un hombre fornido
ataviado con un traje, corbata
y camisa rosa sonríe ligeramente
mirando a cámara. Este hombre
es Andrew Wakefield]
Aunque esta mentira ya haya sido ampliamente desmontada con evidencia científica demostrable y localizable, lo cierto es que la vacuna contra el sarampión, la rubeola y la paroditis sigue siendo vista como una posible causa de autismo, especialmente por les neidres de niñes autistas que ven como sus pequeñes empiezan a mostrar características propias del espectro a una edad parecida a la que se administra esta inmunización.

Antes de comenzar con los hechos que desataron esta polémica, cabe destacar que la primera dosis de MMR, por sus siglas en inglés, es frecuentemente administrada a los dos años de edad. Asimismo, los primeros signos evidentes de autismo también se muestran a esta edad. Por lo tanto, se podría establecer una cierta causalidad entre la vacunación y el autismo en les infantes.

Los hechos

En febrero de 1998, la revista médica The Lancet publicaba un estudio conducido por Andrew Wakefield y otros doce colaboradores que pretendía establecer posibles razones por las que aparecían las condiciones del neurodesarrollo en niñes. Usando una muestra de doce infantes con edades comprendidas entre los 3 y los 10 años, llegaron a la conclusión de que la vacuna triple vírica era causante de autismo, asi como también de ciertas enfermedades intestinales.

La prensa se hizo eco de este estudio, relacionando el aumento de casos diagnosticados con la administración de esta vacuna. Así, comenzó a desatarse una paranoia justificada por parte de muches neidres, que optaron por no vacunar a sus pequeñes. Además, a raíz de este estudio, se comenzó a investigar con más profundidad si realmente era una relación de causalidad o simplemente un fraude más.

El fraude

En el año 2004, el diario The Sunday Times resucitó la polémica sacando a la luz que algunes de les niñes que fueron sometidos al estudio de Wakefield fueron reclutades por un abogado británico que preparaba una demanda contra les fabricantes de la triple vírica. Además el hospital en el que se realizó el estudio recibió 55.000 libras desde la Legal Aid Board.

Las investigaciones continuaron, y en diciembre de 2006 se descubrió que, además de financiar el estudio, el grupo de abogados que estaba tras la demanda contra les fabricantes de la triple vírica pagó a Wakefield unas 400.000 libras, evidenciando el conflicto de intereses entre su estudio y las conclusiones.

Después de quedar al descubierto, diez de los doce colaboradores se retractaron de las conclusiones del estudio y The Lancet terminó por retractarse en febrero de 2010. Además, debido a las investigaciones conducidas por los diferentes medios, se supo que Wakefield había utilizado técnicas especialmente invasivas e innecesarias en les menores, y que debido al uso de estas técnicas la vida de une de les pequeñes fue puesta en peligro.

En cuanto a Wakefield y los otros dos colaboradores que continuaron validando el estudio, fueron encontrados culpables de 32 acusaciones entre ellas fraude y abuso de niñes con dicapacidad del desarrollo. Así, el Consejo Médico General eliminó en mayo de 2010 el nombre de Wakefield del registro médico inglés y revocó su licencia para ejercer la medicina en el Reino Unido. Desde entonces reside en Estados Unidos, donde los grupos antivacunas cuentan con más relevancia.

Recientemente ha dirigido el documental Vaxxed, en el que trata de culpar al sistema sanitario de Estados Unidos por el aumento de casos de autismo, tildándolo incluso de epidemia. Este documental iba a ser mostrado en el Tribeca Film Festival, pero después de que la comunidad autista angloparlante iniciara una petición en change.org para pedir la retirada del documental, finalmente fue retirado por el fundador del festival, Robert De Niro. Aunque su intención inicial era incluirlo e iniciar un diálogo sobre autismo, cosa que perseguía debido a que su hijo es autista, tras ver la reacción suscitada por les adultes en el espectro y otras partes de la sociedad, decidió que lo mejor era no mostrar el documental en el festival. Wakefield, sin embargo, alega que más bien ha sido censurado.

Conclusión

Tras todos estos hechos, resulta fácil vislumbrar el hecho de que el estudio que enlazaba la triple vírica con el autismo no tiene validez científica alguna. Bien es cierto que la seguridad de las vacunas no está garantizada al 100%, pero lo que sí es cierto es que nadie va a volverse autista por hacerlo. Así que, en mi opinión personal, es mucho mejor vacunarse y evitar que enfermedades virtualmente erradicadas resurjan de sus cenizas.

Además, a modo de curiosidad… ¿Sabíais que desde 1993 en Japón se sustituyó la triple vírica por inmunizaciones individuales? Y, a pesar de que la vacunación se efectúa de forma diferente, hay estudios que demuestran que en el país del sol naciente los casos de autismo han aumentado al mismo ritmo que en el resto de países. Por lo tanto, lo que parecía una conexión causal realmente parece ser una mera coincidencia.

viernes, 1 de abril de 2016

Hablemos de lo positivo

Llevo un tiempo rumiando este pensamiento dentro de mi cabeza, pero no encontraba las palabras para darle forma. Aunque, ahora que he conseguido visualizarlo todo, me he dado cuenta de que es más bien algo que sucede constantemente.

He observado que, en general, cuando se habla sobre la condición autista, los medios de comunicación casi siempre lo hacen de forma sesgada y bastante deshumanizante. De hecho, me atrevo a decir sin mucho conocimiento de causa ajeno a lo mío, que esta situación ocurre con prácticamente cualquier condición relativa a la mente o al cerebro.

Me explico: aparte del hecho de, rara vez, plasmar a una persona y todo aquello que la convierte en humana, se suelen centrar en los aspectos negativos que conlleva el autismo. En cuanto a lo positivo, suelen ocurrir dos cosas: o se menciona después de la retahila de negatividades o directamente ni se molestan en hacerlo. Y normalmente es el segundo caso.

Antes de seguir, me gustaría aclarar que el objetivo de estos artículos relacionados con el autismo no es visibilizar la condición o concienciar a la sociedad sobre ella. El mensaje implícito de los textos es despertar una mezcla entre pena y culpabilidad en la sociedad. Además, esta emoción es tan efímera que la mayoría del público habrá olvidado este malestar cinco minutos después.

La vida en sí misma ya es muy difícil de por sí como para encima pasarnos toda su totalidad buscando la manera de fastidiar, de una forma u otra. Y en el caso de les autistas, toparnos con cosas así a cada momento nos resulta dañino para la autoestima. Aunque esto último también se puede aplicar a muchísimas otras realidades.

Por esa razón, quiero centrarme en todos aquellos rasgos positivos que poseemos les autistas. Porque nosotres también nos merecemos poder levantarnos la autoestima, les guste o no.

Hablemos de los elevados valores morales que tenemos y que suelen brillar por su ausencia en la sociedad. Valores como la sinceridad y la lealtad son bastante comunes en nosotres.

Hablemos de la pasión que le echamos cuando se trata de alguno de nuestros intereses, sin importar cuál sea. Podemos olvidarnos hasta de comer o ir al baño simplemente por seguir haciendo aquello que nos gusta.

Hablemos de la capacidad que tenemos para desarrollar un pensamiento diferente, único. Porque por mucho que la sociedad intente aborregarnos, nosotres simplemente estamos en nuestra propia onda.

Hablemos de la creatividad que nos caracteriza. No me refiero solo a la creatividad artística, que también podemos tenerla, sino también a la creatividad que usamos en nuestra vida diaria para resolver problemas cotidianos y que seguramente a otres no se les hubiera pasado por la cabeza.

Hablemos de esa gran cualidad que tenemos que es no juzgar a la gente por nada. Ni siquiera por cosas que nos pueden sacar de quicio. Eso de juzgar, mejor para les jueces, no para nosotres.

Y, por último, pero no menos importante, hablemos de cómo una simple palabra nos hermana a todes de una forma especial que muchas veces incluso supera a la familia de sangre.

Hablemos de nuestra propia historia, aunque a elles no les guste. No somos cargas ni tragedias. Somos personas diferentes que queremos ser aceptadas. Sí, también con lo bueno que aportamos.

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