Páginas

viernes, 18 de marzo de 2016

Quiero tu aceptación, no tu tolerancia

En nuestra sociedad, el ser una persona tolerante se considera un valor positivo. Al fin y al cabo, vivimos rodeades de muchos tipos de personas, cada cual con su historia vital detrás. De ahí que se piense que ser tolerante sea bueno.

Pero, realmente, ¿qué significa ser tolerante?

Si buscamos “tolerar” en el DRAE, la primera definición que encontramos es: “Sufrir, llevar con paciencia”. Aunque normalmente la aceptada por la sociedad es la cuarta acepción, que habla de respetar las prácticas y creencias diferentes a las propias, lo cierto es que el significado real es el que aparece recogido en la primera acepción.

Por lo tanto, el mensaje que realmente se envía con la tolerancia hacia les autistas es: “Sé que estás enferme. Nunca podrás tener una vida normal. De vez en cuando haremos el paripé de aceptarte, más que nada por bienquedismo y porque es políticamente correcto hacerlo. Así que te aguantamos porque no nos queda más remedio”.

Como podéis comprobar, es un mensaje bastante negativo. No hace que les demás cambien su perspectiva y abran su mente respecto a lo que es diferente. Nuestra neurodivergencia, en este caso. Simplemente se nos deja estar, mientras se mantiene el status quo de la opresión.

Sin embargo, el mensaje que promueve la aceptación da un giro de 180 grados respecto al mensaje de la tolerancia. De hecho, la aceptación se podría definir así: “Eres una persona única e irrepetible, con habilidades y experiencias diferentes a las del resto. Por ello, tu simple existencia enriquece y hace diversa nuestra sociedad. Así que ven, toma asiento y únete a nosotres”.

Como podéis observar, la diferencia entre la tolerancia y la aceptación es abismal. Mientras que la tolerancia sencillamente solo busca perpetuar la situación actual de las minorías, la aceptación promueve que cada persona tiene un valor individual, y que solo por eso es merecedora de respeto e inclusión.

Por eso la meta final de cualquier activismo defendiendo una minoría debe buscar la aceptación de ese grupo. No somos errores prescindibles a los que se nos deja estar porque es escandalosamente inhumano matarnos de forma generalizada. Somos personas diferentes que podemos hacer contribuciones realmente valiosas, siempre y cuando nos dejen hacerlo.

sábado, 12 de marzo de 2016

No siempre es igual


[Descripción: se pueden ver unas

líneas de diferentes colores sobre un
fondo negro. Los colores se suceden
desde el azul al naranja, pasando
por varios tonos de verde y amarillo.]

La imagen que tiene la sociedad sobre el autismo es muy hierática respecto a su forma. Como una vez tuve la desgracia de leer, la población general piensa que son “niños retrasados que gritan y que lloran a la mínima”. Siempre es igual, a todes les autistas nos afecta de la misma manera y se mantiene igual para toda la vida.


Ya os digo yo que no lleváis razón en nada. Y, por favor, no uséis la palabra R. En serio, NO.

Aunque existen una serie características que definen lo que es el autismo, no tienen por qué estar todas presentes para que pueda ser considerado como tal. Además, hay otras características secundarias y aspectos relacionados que algunes tienen, pero otros no.

Un ejemplo claro es que uno de los marcadores del autismo es la fijación con un tema. Yo realmente no tengo esa fijación. ¿Esto me hace ser menos autista? La respuesta es NO.

Otro ejemplo: hay casos de personas autistas que además presentan epilepsia. Yo nunca he tenido ningún episodio epiléptico a pesar de que vivo expuesta a cosas que podrían causármelo, por lo que muy posiblemente no tenga epilepsia. ¿Esto me hace ser menos autista? La respuesta sigue siendo NO.

Y, en caso de que tengáis dudas, un tercer ejemplo. Les autistas tienden a presentar ecolalia, lo que muy resumido es la tendencia a repetir frases y palabras que la persona ha escuchado. Yo no presento esto. ¿Esto me hace ser menos autista? Otra vez, NO.

Cada persona vive su autismo de forma diferente. Aunque todes tenemos en común características como la dificultad para entender ese juego llamado interacción social y necesitemos una rutina lo más rígida posible, hay infinidad de cosas que vivimos. No hablo solo de comorbilidades, cuidado.

Y eso no es todo. La manera en la que, como individues úniques e irrepetibles, vivimos el autismo cambia a lo largo de la vida. Por ejemplo, en el momento en el que se hizo mi diagnóstico, aparte de las características comunes, no había nada más. Pero, con el paso del tiempo, han aparecido cosas que están íntimamente relacionadas con el autismo.

En mis años como universitaria empezaron mis problemas intestinales. Hará año y medio empecé a presentar signos evidentes de discalculia y prosopagnosia. Y hace un año empecé a notar problemas de hipersensibilidad sensorial, lo que además vino con problemas para procesar correctamente los sonidos, lo que también incluye el lenguaje oral. ¿Acaso esto quiere decir que ahora soy más autista que hace diez años? ¡Desde luego que no!

El autismo es un ESPECTRO, y como tal, cada persona y su historial vital ocupan un hueco diferente en él. De hecho, como es mi caso, incluso podemos cambiar de posición dentro del espectro. Y así como nunca habrá dos autistas iguales, también puede ocurrir que la autista que soy hoy y la autista que seré en otros diez años tampoco sean iguales.

Recordad que cuando conoces a una persona autista, sólo has conocido a una persona autista.

Creative Commons

Licencia Creative Commons

NeuroAwesome por Sariel Arjona se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en www.neuroawesome.com.